sábado, 9 de abril de 2011

Abuelito



Comprar… Comprar… Comprar… Comprar… comprar… comprar… ¡Coño! ¡¿Qué cojones era?! ¡Me cago en su puta madre! ¡Es que hay que joderse! Si es que no calla. No puede ser concisa. No. 40.000 explicaciones… ¡Para una sola cosa! Pero, ¡por qué no se callará! Si es que no la escucho ¡que me aturulla, coño! 50 años así, y serán más, o lo parecen. Luego vuelve a casa, que si no me escuchas (pues no), que si sólo vas a tu rollo, que que mayor estás (tú no Carmen, tú no), si es que no debería empeñarte en ir tu (¿que me quieres como esclavo?). Luego me mirará. Torcerá el labio hacia un lado. Levantará la mirada, la dejará en el techo. Moverá al cabeza y dirá: “Qué he hecho, dios mío, qué he hecho”. Luego se dará la vuelta, graciosa, airadamente. Se pasará el brazo por la cadera, mientras continua negando con la cabeza.
     Miguel, ponme un vino, coño.

Geranio y Molinillo con paisaje



Emociones contenidas tras un cristal; probablemente buscado.
Ventana que nos abre al mundo. O nos protege de él. Voluntario o forzado. MIEDO.
Ilusiones creadas.
Mareas que indican el transcurrir del tiempo. El molinillo dicta su devenir. Parado. En movimiento. Parado. Miedo del o que fuimos. Seremos.
Ilusión.
Nostalgia de un tiempo, ¿mejor? Otro tiempo.
Nosotros paralizados tras el cristal, observando. Todo se transformad y continua. Y muere.
No queremos darnos cuenta. Siempre empieza un nuevo día tras ese cristal. Tras ese vacío.
¿Y si no hubiera NADA al otro lado?
Sería una ría, un prado, unas casas y un geranio con molinillo…
¿Y si no hubiera nadie al otro lado?
No habría NADA.

Madrugada abuhardillada



Madrugada abuhardillada. Cálida, en momentos. Asfixiante.
El fin de una noche malsana. Necesaria o no. Probablemente una más.
Otra.
Diferente.
Igual.
Los de siempre. Y los que no.
Otros.
Insisto, calidez del momento.
Alegría… momentánea. Éxtasis…
Madrugada abuhardillada perdida en las noches de Madrid. Feliz recuerdo.
Sólo un recuerdo.
Ya sólo quedáis vosotros dos marionetas latentes. Peluches animados.
Ni una queja. Nada.
Muñecos rotos del cariño y la soledad.